3hojas

miércoles, 13 de febrero de 2019

Taller de escritura inmediata. Exprime el cerebro hasta donde puedas.


Comunicación interna.

Paco se levantaba tarde como todas las mañanas. Su estómago rugía y burbujeaba. Tres cervezas con un puñado de cacahuetes no es lo que consideramos una cena sana y nutritiva. Lavado de cara, afeitado con corte incluido en la mejilla izquierda y cepillado de dientes con dentífrico de colores. Tras mirarse al espejo, Paco se descubrió un grano en la barbilla. Tras su no tupida barba de fin de semana un bulto repulsivo culminado con un punto blanco hacía acto de presencia para rematar la no agraciada cara de nuestro sujeto. Paco colocando sus índices a cada lado del poro infectado empezó a empujar para lograr desalojar el pus que bajo su piel provocaba un cierto dolor incómodo. Tras varios intentos en los que dañaba con sus uñas la zona haciéndola enrojecer, decidió dejarlo tranquilo y vestirse. De todos modos se auto justificaba con un no se ve demasiado, apretando las comisuras de los labios.
Botas, jeans y una camiseta verde compusieron el atuendo del lunes. Una última pasada frente al espejo para reconocerse como un tipo atractivo sin encanto y, listo para salir a la calle. Ya estaba en su portal cuando una duda metódica le cruzó la mente para dejarlo desconcertado. Volvió a subir los dos tramos de escalera que lo separaban de su apartamento, repitiéndose a sí mismo todo lo que había hecho, recordando cada acto. Un rápido vistazo le permitió reconocer la corrección en el caos de su inmueble. Su vejiga, entonces, le pidió una breve visita al excusado. El diálogo entre su cuerpo y el inodoro fue interrumpido al descubrir el tubo de pasta de dientes abierto. Con una sonrisa perspicaz se convenció de que la razón de haber subido era, sin duda,esa. Enroscó el tapón mientras se percataba del poco parecido existente entre la foto de la pasta impresa sobre el tubo y la sustancia que él se ponía casi diariamente sobre el cepillo de dientes. Se distrajo cuestionándose sobre el origen de las rayas del dentífrico, que siempre salen perfectas independientemente de cómo estrujes o retuerzas el tubo, para terminar de orinar fuera de la taza.. Con ese simple pensamiento rondándole la cabeza se marchó apresurado a la oficina.